NOTAS PARA UNA INVESTIGACIÓN: DE LO COTIDIANO A LA ATENCIÓN

Por Melanie Jhan

IG @aguanabana


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Comer apurada significa no colocar el mantel sobre la mesa; no masticar lentamente los alimentos; mucho menos, percibir sus sabores; y mi postura en esta acción suele ser encorvada, incómoda, inconsciente. Cuando finalizo, me siento extraña como si algo me faltara, y me pregunto ¿por qué?, o, mejor dicho, ¿qué está pasándome? En el caso contrario, comer pausadamente significa respirar lento, o al menos. percibir mi respiración; y la acción siguiente que voy a ejecutar se desenvuelve diferente porque estoy percibiendo el aire que entra y sale de mis pulmones; mi ritmo baja, mastico lentamente; diferencio los sabores en la comida que estoy ingiriendo; y mi cuerpo suele relajarse. Y eso me hace sentir bien; mi cuerpo lo agradece; hay una sensación de vitalidad. Creo que comer es uno de los momentos más importantes de mi día, y muchas veces lo descuido, o peor aún, pasa desapercibido. Este ejemplo puedo extrapolarlo a otras situaciones en mi vida. He llegado a la conclusión de que necesito estar atenta y comer como realmente quiero hacerlo, y lograrlo constituye un estado de relajación y atención orientada1. Si puedo practicar estar atenta al momento de comer, ¿podré estar atenta al tener una clase de teatro? ¿podré recibir la información que llega a mí? ¿podré percibir lo que está pasando en mi cuerpo? ¿no es, acaso, estar aquí y ahora la reafirmación de la atención?

Observar y pensar con todo mi cuerpo antes de moverme en cualquier circunstancia; que es siempre, afinar el oído y mirar cuando -no logro- por ejemplo, comer en pausa. Simone Weil (1994), al respecto nos dice: “Tratar de enmendar los errores por medio de la atención, y no por medio de la voluntad” (p.90). Podría deducir que mi cuerpo atento es absolutamente sabio ante mi pensamiento apegado a un fin específico que, pocas veces por sí solo logra alcanzar -ese- fin. Mi tarea consiste en aprender a mirar2. El fin, quizás no sea aprender a hacer tal o cual cosa más lentamente, sino practicar estar atenta. Ahora bien, ¿qué tiene que ver comer atentamente con una clase de teatro? En este punto me gustaría introducir a este análisis a Sonia Sanoja: ella puede darnos luces.

Para Sonia Sanoja (1998), fue mediante el cuerpo que el ser humano ancestral tomó consciencia de sí mismo y de su entorno; del movimiento y de la inmovilidad […] A partir de allí, crea un “lenguaje primigenio: la danza” (p.8). Si para Weil, la atención constituye la fuerza creadora del ser humano, y para Sanoja, a partir de la observación de sí mismo, el ser humano empieza a crear diferentes formas de estar en el mundo que manifiesta a través del cuerpo, ¿tienen la atención y el movimiento una estrecha relación?

Cuando escucho la palabra movimiento, la imagen que viene a mi mente es la de una medusa, y a su vez pienso en la palabra en sí misma. Parece que se mueve al pronunciarse y al escribirse. Para aproximarme al movimiento como acto creador, de observación, escucha y atención, hablaré desde mi vivencia en el teatro. Antes de ejecutar un movimiento en una puesta en escena teatral, de las primeras cosas que hago, (además de dudar), es recordar: caminar de una determinada forma sin que eso interfiera con el texto que voy a decir; en qué parte del texto hay pausas y en qué partes mi cuerpo se detiene; en qué momentos del texto hago tal o cual cosa; cuándo debo moverme de un lugar a otro, etc. Re-dibujo la partitura en mi mente antes de hacerla. Pero a veces, me he dado cuenta que me olvido de respirar; entro a escena y lo primero que hice no fue respirar, sino otras cosas, que no están desligadas de la escena, pero, lo principal no lo hice. En un sentido práctico podría decir que “hago lo que tengo que hacer” pero no estoy haciendo “lo que fui a hacer”. Es una línea delgada que no necesariamente separa lo metódico de lo inspirador, es decir: es necesaria la práctica, el trabajo y la repetición para ejecutar una partitura de movimiento (puede variar) y, al mismo tiempo, lo que hago debe -conmover- al espectador, o al que contempla3, pero si en toda esta situación no estoy respirando adecuadamente, de alguna forma, en mi experiencia, algo pierdo. Estoy concentrada en el pensamiento de lo que debería hacer, pero no estoy atenta a la acción que requiere la escena. Entonces, difícilmente escuche a mi alrededor; puedo oír, pero no con todos mis sentidos totalmente presentes. Eso me incomoda, y me frustra; lo cual me lleva a tensar el cuerpo, los hombros y el cuello; mi cuerpo se cierra; el aire no pasa fluidamente a lo largo de toda la extensión que mi cuerpo, en un estado sin tensión, le permitiría; dirijo el foco hacia cómo no seguir haciendo lo mismo, y me convierto en un perro persiguiéndose la cola. 

En este punto me encuentro enajenada, concentrada en mí, sin estar atenta. Sin embargo, algo de la práctica y el trabajo pueden volver instintiva o intuitivamente para “salvarme”. A veces, también es un golpe de suerte, pero como la suerte no siempre está a favor, considero más seguro afianzar la memoria en la práctica. De pronto, escucho/siento -algo- que me recuerda que estoy aquí. Mi cuerpo recuerda lo que trabajamos. Algo sucede; algo comprendo en ese momento; y allí es donde comienzan a revelarse cosas que no estoy estructurando desde mi pensamiento, sino que vienen dadas desde la acción y la escucha en el presente. Respiro. Me relajo. Siento. Escucho. Estoy aquí. Tengo una necesidad más allá de lo que estaba haciendo; tengo la necesidad de decir algo. Y no puedo evitar relacionarlo con lo que nos dice Simone Weil sobre la interpretación de aquello que requiere… otra cosa: 

“Un método para comprender las imágenes, los símbolos, etc. No tratar de interpretarlos, sino simplemente mirarlos hasta que brote de ellos la luz” (p.91). 

Hay cosas que se revelan y bajan al cuerpo; de alguna forma estaban en un espacio “etérico”, y jamás las iba a mirar si no me acercaba a la atención del movimiento en mi cuerpo, al cansancio y a la repetición.

En escena quiero ser una medusa moviéndose con fluidez y precisión. 

Lograr trascender el pensamiento que no es eficaz en una práctica, o en una escena, es una búsqueda activa que, muchas veces, me resulta difícil; cuando más creo entender es cuando menos lo hago y vuelvo al punto de inicio. En palabras de Simone Weil, hace poco más de medio siglo, desde la filosofía y el misticismo: “Una vez se posee un punto de eternidad en el alma, no queda más que preservarlo, pues crece” (p.91). Y reafirma Sonia Sanoja, a partir de la danza y la filosofía, con respecto al danzarín que ha logrado sobrepasarse a sí mismo, “[…] El danzarín ya no siente su cuerpo. Su cuerpo es pura energía creadora, se ha transmutado ya en un ser irradiante. Lo que vemos desplegarse es su alma” (p.15). Me veo entonces empujada a reconocer los límites de mi cuerpo; del espacio en el que estoy. Me reconozco y, a partir mis límites, tendré que buscar otras posibilidades que me permitan transitar desde el movimiento externo e interno de mi cuerpo. Y si no lo logro, que es lo más probable, tengo que seguir haciéndolo, hasta poder situarme en ese espacio con otras puertas para abrir: absolutamente, el lugar aterrador de lo desconocido, del vértigo, de belleza, de hallazgos, de trascendencia. 

Practicar la atención diariamente, volver a ella, siempre volver. Descubrir cómo estar atenta y cómo mi cuerpo se siente cuando lo estoy… escucharla cuando esté, y aterrizarla a este espacio-tiempo… esto, lo continúo comprendiendo.


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NOTAS

1. Simone Weil con respecto a la atención orientada con amor a Dios, o a cualquier cosa hermosa (p.91). 

2. Frase del artista y profesor  Miguel Arroyo, que yace escrita en el pasillo de Las Escuelas de Artes, Letras y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela.


REFERENCIAS

-Weil, Simone. (1994). La gravedad y la gracia. Editorial Trotta.

-Sanoja, Sonia. (1998). Danza, vértigo consciente. Notas para una filosofía de la danza contemporánea. Rodríguez, Orlando. Apertura del Instituto Universitario de Danza. Conferencias magistrales. Instituto Universitario de Danza.

LA ESCENA RITUALIZADA

Por Alba Felpete

IG @albafelpete


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Ritualizar la escena es volverla sagrada o, simplemente, reconocerla como tal, porque ella ya lo es. El único acto imprescindible para ceremoniar la danza escénica, es ser testigo de su sacralidad mientras se crea. Saber que uno no lo está haciendo, sino que estamos siendo atravesados e inundados por la creación. La labor está donde reside lo complejo para la mente humana: rendirse, disolverse, vaciarse, dejase hacer, someterse amorosamente a las fuerzas creativas. 

La escena ritualizada no pretende nada más que abrir un espacio para que cada uno sea. Opera como un inductor de experiencias internas, dejándole toda la libertad a la interpretación o a la experimentación. No argumenta ni impone una narrativa. Simplemente abre un campo de información subconsciente para que cada observador testifique e interprete lo que ve según quién es y/o según sus condicionamientos o libertades. Todo acontece en función de la amplitud de nuestra consciencia. La obra va a significar lo que nos refleje, lo que somos, o lo que estamos siendo en ese momento. 

El elemento primordial es el símbolo. Es a través de él que viaja la información hacia su multiplicidad de interpretaciones. El símbolo expone un tema, abre campos, espacios, centros energéticos, llega a lo profundo del subconsciente. Es transpersonal, transgeneracional: pertenece a la vastedad de la conciencia. Abarca y acoge a todos los seres. Navega directo hacia las corrientes neuronales del hemisferio artístico. Es holístico, matricial y primario. Llega a la médula del conocimiento porque penetra en nuestra naturaleza más sabia. Toca, roza y despierta la brillantez de nuestra mente, unida a nuestro corazón. 

“Una obra de arte tiene que contar algo que no aparece en su forma visible.” Giorgio de Chirico

Al ser conscientes de la escena como ritual, ya existe una relación profunda con el espacio, con los enclaves y con la significación de cada parte, o la percepción de la energía de cada lugar. De nuevo, es volverse un canal para que el espacio hable de su contenido: qué está sucediendo en el centro, hacia dónde quiere moverse el cuerpo, qué geometría se está tejiendo con el movimiento, qué interconexiones se están dando, qué constelación se está manifestando… Esta sería una escucha activa y sensible hacia el espacio escénico que dentro del convencionalismo y de la belleza que ya tiene la escena como tal, quiere expresarse espiritualmente. El alma del lugar desea hablar, y desde la posición de canal creativo, le dejamos ser, y vemos qué parte del cuerpo se mueve, qué emociones surgen, qué patrones, qué recorridos, cómo le damos una voz corpórea. Así, diseñamos un espacio escénico ritualizado, desde la escucha del marco. No escuchamos la escena, escuchamos el campo de información potencial.

“La escultura ya estaba dentro de la piedra. Yo, únicamente, he debido eliminar el mármol que le sobraba.” Michelangelo Buonarroti

La iluminación va a acompañar este espacio habitado, escuchado, sostenido, significado, valorado, reconocido. La iluminación lo va a señalar, lo va a potenciar. Con sus precisos ajustes cromáticos, lo va a extender, a ascender, a detallar y a tornar en ambiente. La iluminación es lo que hace, en su sentido más profundo: iluminar. Es el sol de la escena. Es la fuente, con sus infinitos cuerpos y lenguajes. El vocabulario lumínico también es parte de este lenguaje simbólico. Tal vez estemos creando un altar con todos los elementos necesarios para ritualizar una obra de danza…

El sonido es otro de los factores creativos. El espacio sonoro en sí mismo, es un poderoso chamán que abre las puertas perceptivas y amplifica la información artística. Elegirlo cuidadosamente y de forma sintonizada, es esencial para no generar distorsión o incoherencia en nuestro altar escénico. Tal y como es importante el tono con el que pronunciamos un mensaje, también lo es la frecuencia que vamos a introducir en los cuerpos de los bailarines y en el oído externo e interno del espectador. ¿Qué frecuencias estamos introduciendo en los receptores de información de dichas personas? ¿Desde dónde vamos a contar lo que vamos a contar? Es tan importante el texto como la energía que lo acompaña, y en ello, es fundamental el sonido, siendo éste, análogo al tono con el que decimos las palabras.

Me gusta pensar en todas las mentes y consciencias que pueden recibir una obra de danza. Sin perder la fidelidad y esencia a mí misma y la de la propia obra, intento emplear un lenguaje inclusivo y abierto para dar la oportunidad a cualquier mente de abrirse al viaje. No estoy con ello diciendo que vaya a ser así per se, puesto que el creador no es una autoridad ni tiene poder sobre la propia consciencia de las personas, pero no concuerdo con las obras que sólo son creadas desde, por y para el campo individual del que las compone o para un sector concreto. Me gustan las obras que son de la vida; que son creadas más allá del sistema subjetivo del creador. De algún modo, se sienten como un generoso abrazo. Cuando uno las presencia, se siente acogido desde el alma. Uno no siente “que tiene que saber o entender, ni ser un experto, ni un erudito, ni estar a la moda, ni disponer de determinado nivel cultural”. Uno las observa y simplemente se siente partícipe: es como entrar en una casa y sentir que allí te puedes descalzar.

“Cuando tú no estás, está la divinidad. Eso es creatividad.” Chandra Mohan Jain

El cuerpo es el útero de la consciencia. El cuerpo es el recipiente de toda la información. El cuerpo materializa y traduce lo simbólico. El texto es la canción del cuerpo. El movimiento son las palabras en una composición coreográfica. Sostener un cuerpo silencioso y receptivo va a depender de la quietud y el espacio que exista entre nuestros pensamientos: son esos intervalos, los lienzos en blanco en donde lo sagrado se puede manifestar; es la grieta por donde entra la luz, es el mâ, el cuenco vacío, útero oscuro y fértil en donde los automatismos de la mente no van a intervenir. En definitiva, sostener un cuerpo silencioso y receptivo va a depender del estado de nuestra mente.

“Yogas chitta vritti nirodha” Patanjali

¿Qué sentido tendría pues, crear una escena ritualizada? Una escena profundamente conectada trasciende el entretenimiento y el disfrute, el juicio y la apreciación; diluye ciertas barreras y, aunque el espectador no ejecute las acciones que se desarrollan en escena, su proactividad se manifiesta en el nivel de consciencia, es decir, es partícipe, porque lo simbólico engloba a lo colectivo, además de que, energéticamente, es sumamente expansivo, ya que sus ondas de información traspasan los marcos espacio-temporales. Todo el mundo “sabe” lo que está sucediendo, aunque nadie lo entienda. No importa si logras explicarlo o interpretarlo conceptualmente; lo esencial en un ritual, es lo que has vivido, la transformación interna que has transitado.

El sentido de un acto artístico ritualizado es que lo sublima espiritualmente.

POR EL AMOR DE AMAR



Esta obra performatica es una expresión que encapsula la importancia y el valor del amor en nuestras vidas. Sugiere que todas nuestras acciones y decisiones deberían estar motivadas por el amor, ya sea amor por nosotros mismos, por los demás o por el mundo en general. Es un llamado a vivir desde el amor, a tomar decisiones desde una perspectiva amorosa y a buscar el bienestar y la felicidad, a través del amor.


FUNCIONES

17 de mayo - 23 hs
19 de mayo - 18 hs
La Fábrica de Arte - Acevedo 768 (CABA)





FICHA ARTÍSTICA
Dirección y Coreografía:
Marcelo Osorio
Lara Fiore
Interpretación:
Flavia Basilico
Sofia Fassi
Catalina Villamayor
Daniela Peez Klein
Luke Medina

 

EL ORIGEN DEL CHAMANISMO A TRAVÉS DE LA DANZA

Por Irene Maselli

IG @shahmara.sacred.dance


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Quisiera presentarles hoy, con humildad y respeto hacia la Gran Verdad, este escrito sobre el nacimiento del Chamanismo, a través de la danza. 

Se cree que el Chamanismo nace en Asia central y septentrional a través de las mujeres. Antiguamente, éstas se reunían en círculo a celebrar los ritos, y actuaban en conjunto, así como antaño nos reuníamos todas las mujeres a celebrar la llegada de nuestra sangre durante la menstruación. Al ser las portadoras de los misterios de la vida, me parece válido decir que somos las predilectas para el contacto puro con la fuente y la divinidad. Así como lo decía una mujer medicina del pueblo Cree de Canadá: “las mujeres, según el Chamanismo, somos la vasija (útero) en donde reside el Poder. Los hombres toman de nosotras el Poder para convertirse en chamanes”

Hasta hace 5 mil años, antes de la llegada del patriarcado, éramos el puente entre los mundos, entendido como rol social y tribal, si bien no todas las mujeres en sí eran chamanas. Después, los hombres pasaron a ejercerlo, y la figura del chamán se volvió solitaria y con cuernos o cabezas de animales, como lo muestran algunas pinturas rupestres y relieves en cavernas. 

Quisiera ahora centrarme en la definición de Chamanismo y la visión de Mircea Eliade sobre ello. La palabra “Chamán” tiene varias raíces; nos quedaremos con la terminología tungusa SAMÁN que tiene en su raíz SHA (saber) y deriva, a su vez, de otra palabra china, de terminologia budista, india, etc. Pero en general, en las lenguas turco-tunguses significa “El que sabe”. Estos pueblos habitaban el Asia septentrional (Siberia, China, Mongolia, etc) y después pasarían a influenciar el Asia central. 

La figura del chamán era la del sanador, principalmente, y combatía “demonios y espíritus” que causaban la enfermedad (lo que entendemos hoy por virus, bacterias, microbios, etc). Ya al inicio de la dinastía Zhōu del Este, en el Imperio chino (770 - 256 A.D), la figura del chamán y la del médico se separan oficialmente, por lo que la medicina tradicional china viene, en su origen, del Chamanismo (retomaremos el punto más adelante). 

El fenómeno del Chamanismo se da en varias partes del mundo, mas no cualquier “medicine-man” o curandero podría serlo, ya que necesitaría de características específicas como el estado de éxtasis, el dominio del fuego y del vuelo hacia los reinos celestiales e infernales, además del control sobre los espíritus. Por eso vamos a centrarnos en esta región del mundo.

Se cree que el génesis de este fenómeno nacería en la constelación de la Osa mayor. Las mujeres ‘viajaban’ con sus espíritus hacia ella, a aprender de las entidades celestiales que la habitaban, y tomar así el conocimiento de las prácticas chamánicas que conocemos hoy en día. Para ello, se servían de una danza ritual. 

He aprendido, a través de mi experiencia, que la vida nos sirve de la información y las enseñanzas que pedimos cuando estamos preparadas para recibirlas. Entonces, a veces dejo decantar mis estudios y lecturas, convencida de que una mañana cualquiera, puede aparecer la respuesta que esperaba. Así me sucedió hace algunos años, cuando llegó a mí una publicidad sobre el “Qi Gong de la Osa mayor”. A través de esa pista, pude descubrir la porción de teoría faltante en el hilo de la historia.

Compartiré, superficialmente, cómo nuestras ancestras viajaron al cielo y trajeron a la tierra, el conocimiento y el poder que las convirtió en chamanas.

El QI Gong es una de las artes de la medicina tradicional china. Consta de una serie de movimientos, respiraciones e intención que permite el fluir del Qi o energía vital a través de los 72 meridianos energéticos del cuerpo humano, para restablecer el equilibrio y la salud. Historiadores y antropólogos afirman que deriva del Chamanismo, ya que vasijas del período neolítico de la cultura Majiayao de hace 7 mil años, y pinturas rupestres, muestran a hombres ejecutando patrones de danza. Otras danzas muestran invocaciones a los dioses y movimientos exorcistas. 

El Da Wu o Gran Danza, es un tipo de Qi Gong con forma de danza que se utilizaba para curar el estancamiento de líquidos y energía del cuerpo, que producía rigidez y dolor en las articulaciones. La manera grácil, dócil y pausada de practicarlo, lo convierte claramente, en una expresión femenina y artística, si bien puede practicarse por ambos sexos. Éste es uno de los legados del Chamanismo al Taoísmo y a la medicina tradicional china. 

Las chamanas mujeres destacaban en las sociedades de la antigua China, Japón y Corea. En esta última, el rol del chaman es casi completamente femenino por tradición. A través de cantos, sonidos, danzas rituales y oráculos, las chamanas llamadas Wu traían equilibrio o alteraban el destino de las personas o la naturaleza siendo un puente entre los mundos. Ellas eran las predecesores del Taoísmo y todas sus prácticas. 

La danza de YU: 

Eva Wong explica en su obra El Taoísmo: 

«Yu es un legendario chamán que vivió durante las primeras dinastías chinas, aproximadamente unos 2000 años a.C. Yu viajó frecuentemente a las estrellas para aprender de los espíritus celestiales a través de su danza. El Paso de Yu fue una poderosa danza que llevaba a Yu hasta el cielo y que aún se conserva en algunos textos taoístas. Generaciones enteras de sacerdotes taoístas, de místicos y hechiceros han ejecutado esta poderosa danza. Actualmente siguen ejecutándola algunos practicantes de Qi gong. 

Y éste sería, en concreto, el Qi Gong de la Osa Mayor. 

La práctica describe a la constelación a través de pasos en el suelo que dibujan su forma, transportando al danzante hacia las luminarias. A través de la espiral descrita, se inicia desde el exterior hacia el interior viajando hacia la estela Polaris y la O.M (Osa Mayor). Es prácticamente un mapa para volar a través del cielo.


Los pasos de la derecha son los “escalones de la escalera celeste”, a través de los cuales el danzante se elevaba hasta el cielo. La traducción aproximada de los caracteres es: “Método para recorrer la tierra y volar en el cielo”. El maestro Wang Ming Quan explica que esta práctica fue creada para entrar en relación y armonía con el movimiento del sol, la luna y las estrellas. 

A la estrella Polaris se la considera inmóvil, mientras la Osa Mayor realiza una rotación que usa la susodicha por pivote. Los 10 mil seres (manera de decir “todos” los seres, ya que antiguamente era el número máximo con el que los chinos podían contar) dependen del conjunto estelar formado por estas estrellas. Todo lo demás, incluso las deidades, la tierra y el resto del universo gira alrededor de este eje. Serían entonces, el centro del universo. 

Desde la óptica de la tierra, la Osa Mayor, efectivamente, marca el paso de las estaciones, ya que rota durante todo el año alrededor de la estrella Polaris. 

En definitiva, está práctica permite a los meridianos energéticos del cuerpo abrirse y tener una buena circulación energética, logrando así una buena relación con las las leyes de la naturaleza y, más tarde, permitiría comunicar con la energía divina “Dong Long”. Dice el maestro que a través del misterio se puede “percibir el Ling y el Tao”. El Ling no puede explicarse con palabras, sólo percibirse a través de la práctica. Y agregaría personalmente, el Tao no puede definirse o describirse. Si se hiciera, ya no sería el Tao. 

ZOYA SAGANENKO: DANCE ART IS AN INTERNATIONAL LANGUAGE

By Ana González Vañek
IG @anagvblog


I would like to claim once again the immense transforming power of dance. As a social practice that can resignificate individual and collective experiences, this powerful art, in all its forms and expressions, can heal our world. In the path of redemption through dance, I discovered the beautiful work of Zoya Saganenko, born in the east of Ukraine, who has been dancing all her life. She has come a long journey from a childhood dream to realization as an artist on the professional stage and teaching internationally, and also through traumas, war, and a necessary farewell to home forever: "I truly believe that dance art is healing, as I tested it on myself. Also, I am convinced that dance is an international language, spoken by those who have something to say. Therefore, I treat every new movement experience as a priceless gift on my creative path." 



Courtesy of Zoya Saganenko


AGV: -When and where did you start dancing?

ZZ: I started dancing when I was 8 in my hometown of Donetsk in eastern Ukraine. Until I was 17 years old, I studied ballroom dancing and participated in competitions. The ballroom dance world is a real sport in which you are highly dependent on your partner and his goals. I came to modern choreography quite late, at around 18 years old, when I decided to explore new aspects of movement. Afterwards, I began my training at the modern dance theater, where we had in-depth studies of classical, modern, and contemporary dancing. I was obsessed:) For many years I took every master class possible in addition to my ongoing training program: hip-hop, jazz, commercial, and street dance styles. If it was up to me, I wouldn’t sleep at all; I would dance endlessly. At 22 I had a back injury. For half a year it was difficult for me to even walk slowly. Doctors categorically forbade me to even think about dancing in my life. During many months of treatment, I thought about what decision to make, whether I should give up on the path to my dream or take a risk. And finally, I realized that there was nothing to think about. In any case, I would try and do what I could with what I had. Gradually, I returned to training, learning to listen deeply to my body's signals and give it rest when necessary. I moved to the capital and there my creative journey in the professional dance field began.

AGV: How would you describe your artistic evolution?

ZZ: I was lucky enough to succeed as a professional dancer, including numerous shootings in official music videos and TV projects, as well as theatre stage performances, judging contests, and teaching internationally. Dancing on stage is inextricably linked with acting, so as a performer, I had the opportunity to play a variety of roles from a fatal temptress to a zombie. Gradually, the dance path led me to the desire to learn the secrets of acting more in depth. Over the past year, I have been fortunate enough to play a lead role in three short films. This was an amazing experience that influenced me both as a dancer and choreographer. Acting is also movement. This is a dance of emotions, a dance of voice and facial expressions, a dance of experiences. I think the essence of artistic evolution for me is a gradual transition from the physical desire to create the perfect picture to the desire to convey your idea through dance. The latter does not exclude the former but complements it. The narrative can be obvious, or, on the contrary, abstract, surreal. I enjoy telling stories of any type using all of the instruments available.


Courtesy of Zoya Saganenko


AGV: Where are you working now and which are your main objectives?

ZZ: I am currently creating and structuring a course on dance improvisation, which I plan to launch both online and offline this spring. Over years of practice, I have accumulated much information that I would like to share. I know for sure that this practice is useful for both professional dancers and simple dance lovers. Movement is a life energy generator. It's healing, it keeps the mind sharp and the body ready for discovery. Movement, in one form or another, is accessible to absolutely everyone, it’s just that people don’t always have the courage and tenacity to dive into its depths. I think the easiest way to do this is to connect yourself with contemporary dance improvisation. There is a lot of freedom and acceptance of you for who you are now. So, my main objective at present is to create a product that will give maximum motivation and benefit to all of the people who are interested in exploring the free movement world. As for my artistic self-realization, I have plans on this matter that it is not time to share yet. In this sense, I am a very superstitious person. I prefer not to talk about many things that have not yet happened but are at the stage of being worked out, so as not to dissipate the energy of intention by talking.

AGV: Regarding your journal dance, which we can find on your social media, which are your main intentions with it?

ZZ: The idea of keeping a dance journal did not come to me by chance. This was the pandemic period, before another round of strict restrictions. I have been practicing improvisation for a long time and gladly came alone to the dance hall whenever possible. At that moment, when all offline work and creative plans were frozen, hanging in the air once again, I felt an urgent need to create a new permanent point of contact with the outside world. I realized that with the help of such an improvisation journal, I could regularly practice the tools I had acquired long ago, explore myself and invent new ones, and inspire people interested in free movement principles.

In general, I am a very constant person and if I promise myself to do something regularly, then it is very difficult to stop. But seriously, over time I realized that such improvisational dance notes are useful for me in different ways. Through dance, I observe how my body and consciousness react to various events in the long term. This is a multifaceted exploration of oneself in dance, an endless search and the possibility of knowledge. Dance journal pushed me to systematize my knowledge and offer deeper and more productive training while working with students.

Finally, making my notes visible to the world, I often come into contact with creative people from different countries, and this inspires me a lot.

So my main intention is to continue keeping the journal, to look for new facets of dance improvisation, and to share my knowledge with those who are open to it.


Courtesy of Zoya Saganenko


AGV: What do you think about dance language in our daily individual and collective life?

ZZ: Dance language is a very broad concept. I think this is a full-fledged means of communication, on an equal basis with verbal languages, as well as any other bodily practices. In the dance world, we all start by learning some technical basics and vocabulary that someone has already created. Just as a child learns to walk and talk, young dancers learn to spin, jump, and perform combinations. Later, when we begin to create choreography ourselves, we are influenced by the lexical baggage we studied earlier. Over time, by learning the principles of composition, and studying the capabilities of the human body, we can come to some new forms and speak through them, dancing solo, offering choreography to a group of people, or in many other ways. But the result is the same: we find a way to tell stories about life in our own dance language. And there can be as many of these languages as there are people dancing in the world. As for people who are not professional dancers, revealing their dance language is no less important for them. I am simply convinced that dance in any form is one of the best ways to meditate and cleanse the mind of everything unnecessary. If you have something to say and you have technical skills, great, your dancing will turn into art. But if not, it still makes sense for you to speak to the world through movement. After all, a dance monologue is a wonderful way to understand yourself more deeply and express what is difficult to say in words.


Courtesy of Zoya Saganenko


AGV: It's been 2 years since Ukraine faces a war. What is your opinion about the art of dance in this terrible context?

ZZ: In fact, Ukraine faced war much earlier, back in 2014, when part of the territories were occupied. At that moment, war was not officially declared, but two years ago, a full-scale invasion began. Such events radically change the life of any person and turn their inner world upside down; this is obvious. This deeply affected the culture of the country as a whole. It is such a time when people die en masse in the struggle for the survival of the nation. Of course, the question of the appropriateness of a variety of things arises in society in these circumstances. At the first moment, when society is in shock from what happened, it seems that now is not the time to talk about dance art in general. What can we talk about when the main task is to survive, save loved ones, and stop an invader?

But after recovering from the first state of shock, the understanding comes that we can only survive united, working as a team. At this moment, the art of dance begins to develop despite any difficulties. People open dance schools, organize master classes, and stage performances despite regular mass bombings and daily tragedies. Everyone does what they can where they are now, what they have the emotional strength and physical ability to do. This is important because culture serves as an emotional support for people. In terrible times, it is crucial to believe and see there is beautiful, pure, and bright energy in the world. It is necessary to come into contact with this energy, to be charged from it.

So dance culture is developing in Ukraine no matter what now. This happens at its own rhythm, adjusted to current topics and limiting circumstances. But all these circumstances in the long run will only lead to growth because the artists have something to say after everything they have experienced, and also because they know exactly why they need to speak.


Courtesy of Zoya Saganenko


AGV: What do you understand by communicating through dance?

ZZ: Dance is a flow of energy. We exchange it when we dance in a couple or group. Partners are forced to learn to hear each other very sensitively in order to perform together. The more you develop this skill, the more deeply you feel every vibration nearby. Dancing people become able to apply this not only on stage or in rehearsal, but also in everyday life. The body is a very expressive instrument, the slightest change in posture allows you to speak clearly without words if your body is trained in this skill. This is why dancers, as public figures, are responsible for the message they convey. We have the power to tell stories to large groups of audiences through theatrical performances, creative videos, or simply social media. So, we must use our voices to speak about important topics in society, to motivate and energize, and to instill faith.-

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CLASE ABIERTA DE MOVIMIENTO CONSCIENTE

 

"Te invito a mi clase de muestra virtual (sin costo) de Movimiento Consciente" 

Lucero Dávila


DESCRIPCIÓN
En esta clase aprenderás a entrar en contacto con tu medio principal: tu cuerpo; explorando tus límites y posibilidades corporales para conocerte mejor y conectarte con el entorno. Ampliarás tu experiencia corporal mediante el movimiento, el ejercicio, la respiración y la exploración corporal buscando la autoescucha, construyendo y creando con el cuerpo.
Puede participar toda persona con o sin experiencia escénica y/o deportiva.

DIA Y HORA
Jueves 25 de abril
20 horas (Perú)
Vía Zoom

DICTA
Lucero Dávila

INFORMES E INSCRIPCIONES
DM Instagram @lucerodavilaarte

CIERRE DE INSCRIPCIONES
24-04-24

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Premios Teatro del Mundo

SENTIR LA DANZA

Por Laly Alejandra Balcazar Arévalo

IG @lalybalcazar


©Ravshaniya



Estos últimos meses, hemos hablado acerca de la danza como camino, sus múltiples beneficios, y las increíbles experiencias que ella nos permite en nuestra existencia. Lo increíble, es que la magia de la danza nunca termina. Ésta nos lleva a un sentir más profundo cada vez, a un estado de presencia y consciencia constante, a una conexión con nosotros mismos, con nuestro entorno y, sin duda alguna, con ese algo divino que todo lo rige. Para algunas personas, la danza se presenta como un reto, porque consideran que no tienen las capacidades para lograrlo, o porque, en ocasiones el hecho de conectar con el primer territorio que habitamos, puede despertar ciertos miedos. Sin dudas, cuando logramos aventurarnos en el universo de la danza, nos damos la posibilidad de experimentar una vivencia profunda, ante la cual es difícil ser indiferentes. 

Uno de los regalos de la vida es sentir la danza en el cuerpo, experimentar los cambios que la misma va generando a nivel corporal. En el caso de la práctica que realizo con las danzas de la India, lo que sucede puede ser tan sorprendente como mágico. Se convierte en una observación constante del cuerpo. Es posible observar cómo las  caderas se van haciendo más anchas con el pasar del tiempo y, con ayuda de una práctica constante, las piernas se hacen más fuertes, se toma consciencia del centro y la importancia del mismo, e incluso comprendemos la importancia de tenerlo presente y activo en la cotidianeidad. A través de esto se puede, incluso, tomar consciencia de lo importante que es estar presentes y bien enfocados en las diferentes áreas del día a día, para asumir los movimientos inevitables de la vida.  Las manos, casi que hablan acompañadas de los gestos del rostro, sin necesidad de utilizar el sonido de la voz. La percepción de los sonidos se hace más aguda. Los reflejos son intensificados gracias a un cuerpo despierto, alerta, al mismo tiempo que el intelecto se abre para recibir la información que lo alimenta cada vez más. 

Sin duda alguna, la magia y el misticismo de la danza se puede extender cuando vamos más allá del cuerpo y el movimiento, cuando ella habita nuestro ser interno y hace parte de cada fibra de nuestro territorio, cuando el movimiento nos permite ir a las profundidades del ser y deja en evidencia las oscuridades que nos acompañan. Las dinámicas tales como la incapacidad de aceptar nuestras dificultades, la manera cómo vivimos cada una de ellas, y nuestra forma de gestionar cada impasse que se presenta,  permiten que las luces salgan a flote. Y así, uno  sigue abrazando, de la mejor manera, lo producido por el movimiento de la danza en nuestro cuerpo y en nuestro interior, yendo cada vez más lejos, al punto de llegar a sentir una total libertad en cada movimiento, lo que permite sencillamente ser, sin necesidad de palabras o artificios, acompañados y habitados por el fluir de la danza. 

Cuando esta magia sucede, y estamos listos y atentos a lo que se va explorando, logramos tener una experiencia mística donde se genera una relación con ese algo divino que nos permite vivir la experiencia de la danza, y que nos lleva a conexiones más allá de lo que pueden ver los ojos. Es cuando la danza trasciende el movimiento, permitiendo sentir que somos instrumentos de la divinidad que opera en cada uno y que, a través de lo que nos habita, que podemos llegar a todos aquellos que conectan con nuestro arte.

En realidad, se trata de vivir y sentir la danza, yendo mas allá del movimiento; permitir la inmersión en las profundidades a las que puede llevar la práctica; llegar a un lugar donde el bienestar producido, sostiene el cuerpo, alimenta el ser y llena el espíritu. Es una manera de poder encontrar la armonía personal, que puede llegar a extenderse al entorno y verse reflejada en cada paso que se da en la vida. En general, la danza hace seres conscientes, presentes y alertas. De manera general los bailarines son personas muy observadoras, que saben escuchar realmente, seres que, en lugar de pies, podríamos llegar a decir que tienen alas y que viajan a universos mágicos donde el mundo es distinto, gracias al sentir de la danza en el cuerpo y en la vida.

Soltar los miedos y atreverse a conectar con nosotros mismos y nuestro ser a través del movimiento, teniendo a la danza como herramienta, puede ser un regalo de amor y, quizás, la mejor experiencia que podamos ofrecernos en el camino de la existencia.