MATERIA FUNGIBLE



El jueves 30 de octubre a las 20.30hs en el CC de la Cooperación, la Compañía de danza David Señoran estrena "Materia fungible". La obra es resultado del Proyecto de Creación Escénica en Lenguaje Contemporáneo, en el que exploraron una variedad de temáticas sociales que resuenan profundamente en la contemporaneidad (discurso de odio, desigualdad social y económica, individualismo) utilizando el movimiento como medio para cuestionar, revelar y transformar nuestra comprensión de estas realidades.




"Materia fungible" es una obra que interroga la lógica que convierte a los cuerpos en recursos reemplazables. Desde el deseo como refugio, el odio como tatuaje social y la indiferencia como escudo cultural, esta obra construye un paisaje escénico atravesado por la injusticia y la resistencia en donde  los  cuerpos se rebelan contra su condición de mercancía. El cuerpo se convierte en memoria viva, superficie de escritura política, territorio de lo que no se puede callar. "Materia fungible" es un llamado urgente a mirar lo que se prefiere ignorar.



FUNCIONES


Estreno: 30 de octubre

Jueves de noviember a las 20.30 hs.

Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

Sala Solidaridad - Av. Corrientes 1543 - CABA

Entrada general: $15.000 por Alternativa o en boletería del CCC




FICHA ARTÍSTICA

Coreografía y Dirección general: David Señoran

Asistente de dirección: Celina Piorno Tolisso

Performers: Lucía Girardi - Julia Sleiman -Sofia Muñoz - Inés Silvestre - Luana García - Melina Ansai - Miranda Basso - Arian Ortellado- Lautaro Cianci - Euclides Perez - Valentin Garro - Alejo Burgos - Gastón Gatti - Nina Lázaro

Música original: Juan Barone

Diseño de Iluminación: David Seiras

Realización  de vestuario: @sarterealizadoras 

Dramaturgo: Andrés Binetti

Asesor teatral: Ariel Osiris

Fotografía: Adrián Arellano-Maura Rossi

Diseño gráfico: Euclides Pérez

Gestión de redes: MS Producciones

Prensa: Prensópolis

Duración: 50 minutos

¿POR QUÉ DANZAR?

Por Francisca Salinas Romero

IG @francisca.salinas.art


Fuente - Pinterest


Imagina una voz de narrador de documentales, bien colocada en los graves y que pronuncia palabra por palabra sin ningún apuro... ¿La tienes? Bien, ahora con esa voz imagina que cada letra de este párrafo es narrada con esa melodiosa voz, una voz que transmite tranquilidad, una voz que dan ganas de escuchar... ¿Lo imaginas?

Comencemos con una pregunta, pues son precisamente las preguntas las que generan un movimiento interno… nos incomodan o nos hacen buscar información en nuestro interior, impulsan un músculo que no podemos tocar pero que sabemos que sí está. Una pregunta activa recuerdos, una pregunta aguarda por una respuesta.


Como humanidad hemos respondido varias preguntas tales como: ¿Cómo llegar mas rápido a otro país? O ¿Qué sucede en la manzana cuando ésta cae del árbol?. Y así las respuestas nos llevaron a más lugares, a más conclusiones, y generó un movimiento mundial a gran escala, dio resultados que generaron más preguntas y avances en la ciencia. 


De una u otra manera, estas preguntas tienen en común lo siguiente: conectar y comprender el mundo que habitamos. Comencemos entonces con una pregunta: ¿Por qué danzar? ¿Para qué expresar? ¿Dónde nace el movimiento? 


Tal vez, cada uno puede encontrar una respuesta o bien tener más dudas al respecto, y eso está bien para mí. ¿Está bien para ti?


El tener incógnitas me ha impulsado a buscar en mi espíritu, a buscar en el Eterno, hacer preguntas remueve la información que cargo, información genética, mental y espiritual donde yace un espacio que puedo visitar siempre que tenga la valentía de hacerlo…


¿Por qué danzar? Porque puedo moverme por mí y por los que están silenciados en sus cuerpos, porque el impulso me empuja y la inquietud forma pasos y texturas de movimiento.


¿Para qué expresar? Para compartir las imágenes y canciones que llevo dentro, y al expresarlas, sólo entonces, puedo realmente hablar lo inaudible de mi ser eterno. Expresar es comunicar y por lo tanto, es conectar con otros.


¿Desde dónde nace el movimiento? Nace desde mi espíritu, desde el soplo del Eterno, su toque en mi ser integral genera una electricidad con luz que es vida, que luego es el movimiento que viaja por mi médula y llega hasta las extremidades donde incluso mi cabello danza al son de este sonido y mi alma no tiene más que unirse a la frecuencia celestial que está aconteciendo.


Puedo concluir que la danza nace de un espacio invisible, inaudible y amplio, donde mi voluntad de expresarlo activa el sonido e imágenes. Tal como cuando vemos reels, la danza es este tap en la pantalla que activa el sonido, es esencial, es único, es mi huella dactilar.


Puedo concluir entonces que existo por eso danzo y danzo porque existo, donde el tiempo no corre, donde hay abundancia de agua, donde mi espíritu sabe que es seguro ser quien soy, danzando voy viviendo, caminando entre medio de piruetas y texturas vivo, y ahí mis ojos se fusionan con la danza y ven frecuencias en todos lados, tempo y velocidad en las calles, silencios y melodías entre el tráfico de la ciudad, concreto y edificios no detienen mi cantar corporal, yo sé que necesito expresar, yo sé que soy más de lo que puedo medir, me llamo Danza Eternidad Viva y soy testigo del más allá, en el más acá.


VERTE, VESTIRTE Y SENTIRTE BAILARINA

Por Magdalena Escala

IG @maggiescala 




Solía ser bailarina en mi edad moza. Crecí entre tuls, leotardos y zapatillas de danza. Recuerdo que solía ir detrás de mi mamá para abrir la cajeta de mis zapatillas capezio y luego corría a sentir el aroma de los zapatos suaves de cuero rosado. Para mis adentros decía: ¨huelen a ballet". Lo cierto es que, una vez vestida, nadie tenía el poder de quitarme el outfit de bailarina.

Más adelante, como maestra, podía ver los ojos de mis  alumnas iluminarse cuando llegaban los vestuarios de fin de curso listos para su recital,  los colores, texturas y por supuesto, el largo del tutú romántico era lo que más me gustaba a la hora de que lucieran sus trajes. Nunca permití que la escenografía interfiriera con la particularidad de un vestuario en escena.

Lo cierto es que, para mis ojos, no existe nada más lindo que ver, vestirse y sentirse bailarina; esa relación tan bonita entre el rosa y el negro, el corte de un buen leotardo de licra fina y las medias a juego con el color de los  zapatos, es algo que llevo en todas las actividades que hoy día realizado como profesional  de la danza.  

La importancia de la clase, el respeto por la época y lo femenino de una falda, es para mí casi un legado que no debe perderse. Suelo decir a quienes me hablan de bellas artes, que no existe nada más elegante que la danza misma, y es algo en lo que creo  firmemente. No es por nada que Christian Dior diseña para la Ópera de París, o que una actriz como Audrey Hepburn fuese reconocida por su elegancia, otorgando a la danza el mérito a su contribución, pues había estudiado Ballet con maestras como Sonia Gaskell  y Marie Rambert, permitiéndole destacar en películas musicales. 

Cuando hablamos de moda y estética, no crean que solamente nos referimos a lo que  portamos en el exterior. Llevar consigo una buena enseñanza en la danza es también ser consciente de tu cuerpo y su cuidado, de la forma en la que te expresas y hasta de los lugares a lo que asistes, porque la danza te exige que, diariamente, nutras el intelecto con nuevos conocimientos y formas amplias de pensamiento. La danza es libre. Así lo  describía la propia Isadora Duncan, famosa por sus bufandas de seda fina que podía portar  en su elegante cuello formado en clases de danza, su cabello corto y una fluidez de  movimiento y de pensamiento única.

La Danza está siempre en boga, a lo largo del tiempo y de una u otra forma, ha encontrado adaptarse de una manera atemporal que destaca a quien sabe portarla con orgullo. A estas alturas del tiempo en donde lo pasado parece ser aburrido, la danza ha permanecido intacta siendo un símbolo de valor y de distinción.

Aún puedo ir a las tiendas de capezio tan solo para abrir la caja de los zapatos suaves de cuero  rosado, y siento lo mismo que la Maggie de 9 años disfrutaba al olerlas. Y ahora combino estas pasiones como diseñadora de vestuarios en mi país, Panamá, con un clima caluroso la mayor parte del tiempo, puedo jugar con formas, cuerpos, colores y más, vestir de danza a un cuerpo latino no es fácil, pero se puede con el conocimiento y la experiencia. 

La mujer profesional de hoy se distingue entre lo clásico y lo inolvidable, lo bello con lo  nuevo, lo fino con lo moderno. Hoy, no imagino una clase de danza sin el atributo  principal: el uniforme de clase. Esa sencilla indumentaria que nos enseña a ser recatadas,  disciplinadas, hermosas y diferentes, y que cobra vida en el teatro, es admirada por  muchas que asocian lo elegante con lo clásico de la danza en su cotidianidad. El escote  recatado, las faldas a la rodilla, los palazzos bien llevados y todo lo que hoy día podemos  combinar con elegancia, provienen de una fuente principal, abriéndole espacio a lo clásico  en un mundo tan moderno. 

Debemos encontrar un balance entre lo clásico y lo moderno, llevar consigo y portar con  elegancia piezas que construyan su imagen profesional con su intelecto. El ballet de Hong  Kong hoy día le ha dado vida contemporánea a cada una de sus puestas en escena sin  perder la esencia de lo que representa, la propia referencia del flamenco le ha dado vida  al cuerpo de la mujer con mangas largas ceñidas al cuerpo y las faldas amplias, la danza  contemporánea viste de personas comunes de manera unicolor y los accesorios casi nulos  le han dado un toque sutil pero moderno a la hora de vestir a cada mujer, y aunque  busquemos en la moda actual nuevos cánones de belleza, debemos ser conscientes de que  la moda pasa, pero el estilo permanece. 

Hoy por hoy, mantener esos estándares de estética me ayuda en la profesión de muchas  formas, porque considero que la moda es la expresión más hermosa del ser humano. Desde el momento en que sales a la calle, comunicas belleza u ostentosidad, salud o descuido, primacía de intelecto o lenguaje corpóreo.

Hablar desde la danza, es comunicación pura.

Y tú ¿qué vas a comunicar hoy?



CIRCULAR

Por Inés Mendonça

IG @inesazull






Mis pies descalzos pisan la tierra húmeda, uniendo mis raíces con el centro de la misma. El pulso empieza a latir en el pecho, sintonizando el latir de la tierra y el cosmos. El murmullo del tambor comienza a encender las células y el corazón. 

Con esa invitación, mi cuerpo empieza a moverse, a soltar amarras. Desde el centro voy liberando, soltando pesos a la tierra para llenarme de vitalidad, de oxígeno, de fuente.

La ronda me contiene, me entrego, y pierdo la noción del tiempo para entrar en el tempo. O en el tiempo atemporal del eterno presente. Soy cuerpo que danza este efímero presente; somos ronda circular como el cuero del tambor; somos tierra y cosmos, destello vital.

Un acordeón me llama mientras las flautas convidan el cielo. El canto en Sardo me abraza, y en esa ronda donde tu mano se entrelaza con la mía, tejemos la luna. Rebotando entre la tierra y el aire, milimétricos pasos se funden con la métrica musical. Pisada segura y certera; tiempo y contratiempo, entretejida circular. 

Tejiendo el ritual de la danza desde tiempo inmemorial, en el círculo ya no hay inicio ni final. Girando en sentido horario, no hay ayer. Todo es ahora sin mañana. Todo es alegría efervescente trascendental.

Lo circular de estas danzas me trae la imagen del arcano XVII del Tarot, donde las estrellas se vuelven río al verterse desde un jarro redondo y contenedor, símbolo de renovación, inspiración y fe. El circulo recibe, contiene, gesta, crea. Y en ese fluir de energías vuelvo a reconocer mi estrella, mi brillo, mi fulgor.

En un acto tan primario como bailar, volvemos a ser parte de algo más, reconectando con la vida y el sentido de la creación. Y es que estas experiencias, tan antiguas y actuales a la vez, nos conectan con la fuente, con la tierra, con los otros y la fuerza vital.

Son experiencias que nos transforman, nos inspiran y nos ayudan a recordar.

¿Quién soy en este mar de estrellas? Experiencias que, al vivirlas en comunidad, se vuelven vitales en tiempos donde encontrarse físicamente es la excepción y habitar el cuerpo suele ser desde el dolor. Reunirnos es reconocernos, celebrarnos y trascender.

Tal vez por eso amamos la danza circular; mover, intercambiar, conectar, ¡viajar… y bailar!



BAILAR PARA SER FELIZ

Por Alma Morales

IG @almamorales


Fuente: Pinterest


Yo soy movimiento


Mi relación con la danza es un cuento que sigo escribiendo. Como tantas otras personas en mi ciudad natal, especialmente en mi barrio, tomé mis primeras clases de ballet siendo una niña de cinco años. Recuerdo haber decorado mis zapatillas con purpurina dorada sin saber muy bien lo que hacía y la fascinación que me provocó el escenario, especialmente los movimientos tras bambalinas. Hoy puedo decir con plena conciencia que esa experiencia me marcó de un modo muy especial y que casi cinco décadas más tarde, bailar (y el teatro) son algo más que una actividad o un trabajo, pero en el caso de la danza, sigo en el descubrimiento de su importancia en mi vida. 

Diez años después de esa única presentación en el teatro local en donde bailé Sir Duke del grandioso Stevie Wonder, por cierto, interesante selección musical para un recital de ballet, decía que algunos años después me enfrenté a la que considero una de las grandes experiencias de mi etapa juvenil. El empeño y la seriedad que dediqué a mis clases de jazz y la importancia con la que asumí mi debut como bailarina del taller escolar de danza moderna de la preparatoria a la que asistía, bueno, digamos que existe un tipo de felicidad y luego está la felicidad que te explota por dentro, en las vísceras, que recorre todos los circuitos del cerebro en un bucle a millón y que solo se calma horas después de haber bailado con la precisión que practicaste por semanas, cuando logras moverte al ritmo que la música te ordena y caes en los tiempos adecuados dominando el gesto y el cuerpo. Esa felicidad efímera y caprichosa, la de bailar en cuerpo y alma, todas las personas tendrían que tener el derecho a vivirla y disfrutarla.

Escribo sobre dos experiencias de mi infancia y adolescencia pues encuentro que, en esas primeras prácticas, descubrí (sin saberl0) el gusto por conocer mi cuerpo a través del movimiento consciente y ordenado; el gozo de la expresión por medio del baile es una particularidad que, aunque todos los seres humanos poseemos como capacidad, no todos practican. 

Después de algunos años de haberme negado ese gusto, por decirlo de algún modo, y ahora que, ¿la vida, yo misma o la casualidad? me ponen de nuevo frente al espejo (en sentido literal, metafórico y simbólico), tengo de nuevo ganas, no solo de bailar sino de pensar en bailar, reflexionar y compartir con otras personas que, probablemente, hayan vivido algo similar o bien que, en este momento, estén viviendo un distanciamiento del baile como forma expresiva.

¿Qué sucede cuando dejamos de movernos por gusto? ¿Se pierde algo? O al menos será que se tome una pausa respecto a nuestra curiosidad por el mundo, que únicamente a través de los sentidos podemos saciar. ¿Dónde queda todo eso? Decía que pasé algunos años alejada de la danza y, para efectos prácticos, de todo tipo de movimiento corporal. Las razones las dejo para otra ocasión. Baste considerar que no estaba del todo impedida, al menos no físicamente. Pero dejé de moverme y eso, por supuesto, trajo consecuencias.

Algo vital se pierde cuando nos desconectamos del cuerpo; el día que acepté que me hacía falta volver a bailar como una práctica habitual y consciente, descubrí que la memoria del cuerpo es noble y poderosa. Que cuando dejamos de movernos, algo se calla. Pero también cuando retomamos, se descubren nuevos temas de conversación. 

Hoy sigo intentando establecer el hábito de bailar, ya no pensando en el escenario sino en disfrutar del movimiento y de mi cuerpo; sin más proyecto o mérito que retomar la sensación de envolverme en un espacio-tiempo conmigo misma. Es cierto que bailar es una forma de meditar y de conectar con las emociones que muchas veces tratamos de mantener guardadas. La danza es un extraordinario medio para reconocer esas emociones sin juzgarlas, pero tal vez, para calmar un poco eso que inquieta y que, muchas veces, no tenemos las palabras para gestionar.

La danza como construcción cultural es un fenómeno muy valioso e interesante, desde las danzas tribales hasta la coreografía más estilizada; tal vez lo más de todo es que el impulso de bailar como acción de gozo, esa información genética de bailar como una manera especial de mover el cuerpo, distinto del impulso de caminar o correr, ese aliento, tiene trazas de algo sagrado e inaccesible al entendimiento. Es un soplo que nos acaricia el alma con su brisa cuando nos es dada la vida.

Para finalizar, comparto las canciones que bailé en los recitales arriba mencionados, por si les dan ganas de escucharlas y se animan a bailar.

“Sir Duke”, Songs in the key of life, Stevie Wonder, 1976. 

“One”, A chorus line, película (finale), 1985.


DANZA DE LUNA

Por Mariana Medina


IG @marianactriz_1


Recuerdo cuando descubrí la danza con la primera coreografía que me cambió para siempre.

Me encontraba en una época de cambios, de buscar mi propio camino, y cuando la danza apareció por fin pude encontrarlo. En aquel momento, cada paso fue una luz que me mostró un camino nuevo en medio de una travesía que, hasta el día de hoy guardo en mi corazón con especial cariño. 

Y tú... ¿Recuerdas dónde y cómo inició todo? ¿Cuándo esa primera coreografía lo cambió todo para ti? 



Fuente: Pinterest




Guardo un pedacito de magia en los bolsillos.

Llevo puesto un impermeable lacrimosal

que no es mío;

me lo ha prestado 

el instante 

el sentimiento 

el movimiento del universo 

que me hace sentir 

que a cada paso 

rompo nubes de polvo;

que danzo en piso inerte 

solamente para reconectar, 

para volar en tierra firme 

sin que se agiten los pasos, 

que ya lejos de mi 

no me han de alcanzar. 

Llevo plumas en el cuerpo;

plumas que me hacen volátil 

en el pavimento;

que surgen, crecen; 

que renacen conmigo, 

renovándose, renovándome,

fortaleciendo mi mente, 

mi espíritu, 

con cada memoria, 

a cada hora, 

a cada día, 

ensayo y error 

hechos de disciplina, 

voluntad y pasión. 

Llevo esencia de estrellas

recolectada de las minas más profundas.

La abrumadora oscuridad. 

Llevo...

pero nada me pertenece realmente.

Simplemente hoy 

me ha regalado el presente 

la sincronía y el movimiento,

una danza de luna.



¿QUÉ ES FLAMENCO? ¿QUÉ NO LO ES?

Por Daffne Padilla

IG @daffnek 



Si tuviera que escribir un libro para comunicar lo que ya sé,

nunca tendría el valor de comenzarlo. Escribo precisamente porque

no sé qué pensar sobre un tema que atrae mi atención.

Al plantearlo así, el libro me transforma, cambia mis puntos de vista.

Como consecuencia, cada nuevo libro altera profundamente

los términos de los conceptos alcanzados en los trabajos anteriores. […]

Cuando escribo, lo hago, por sobre todas las cosas,

para cambiarme a mí mismo y no pensar lo mismo que antes.

MICHEL FOUCAULT[1]



Fuente: Pinterest



¿Quién puede responder, hoy por hoy, a qué llamamos flamenco? O simplemente, ¿qué es Flamenco? ¿Quién puede decir, por imaginar un ejemplo, que al mismo momento de nacer el baile flamenco entre los andaluces, no estaba generando ya una discusión, de si era o no más puro el cante por seguiriya con baile que sin baile? ¿Qué nombramos, qué significamos, qué simbolizamos al referirnos al flamenco? ¿Y qué hay detrás? Lo que queda sin ser dicho del propio discurso, porque las palabras no clausuran el lenguaje ni alcanzan la totalidad de su definición ni de su función simbólica.


Me parece, entonces, que el baile se transforma en la manera en que lo flamenco habla de aquello que no puede decir una letra por soleá; habla con lenguaje simbólico del discurso prohibido del flamenco; de lo que sucede debajo -de lo oculto-, y deja entrever la grieta del propio sistema; y así se convierte en la ruptura, en lo que tensa la cuerda y, a la vez, en una verdad necesaria que transforma el baile con el aire que da vida a la voz flamenca.

 

Al tomar la línea del pensamiento del filósofo Nelson Goodman[2], quizás deberíamos empezar a plantear y suplir la pregunta “¿qué es flamenco?” por “¿cuándo hay flamenco?”. y así revisar el paradigma, los mitos, la historia, y comprender el presente: este tiempo de postflamenco, de evolución.

 

El baile flamenco, emancipado de todas las creencias étnicas regionalistas, se transforma, por lo tanto, en un lenguaje artístico capaz de conmover a cualquier espectador y a quien lo realiza.

 

Habría que empezar a pensar en la danza –o movimiento del cuerpo de un bailaor flamenco– desde una multiplicidad de formas e incluir una mirada objetiva desde la contemporaneidad. Un cuerpo que danza es visto más como una forma estética que como la herencia cultural de sus ancestros. Un espectador no necesita conocer el pasado de quien baila; le basta con verlo bailar.

 

Vivimos un tiempo que favorece el cruce de disciplinas, el intercambio artístico, la mezcla de lenguajes, y eso se refleja en la producción artística.

 

El recorrido propuesto por los diferentes actores que conformaron las corrientes artísticas de la danza mediante el vaivén entre vanguardia y tradición, experimentación y creación, deja en claro que, actualmente, la frontera sólo se encuentra en algunos relatos. Flamenco o no flamenco, ¿quién puede decir a ciencia cierta “hasta aquí es”, “desde aquí no lo es”? ¿Por qué no mejor pensar “esto también” puede ser flamenco?


Los bailaores de esta contemporaneidad seguirán provocando una ruptura dentro del lenguaje flamenco y creando una nueva cartografía del arte del movimiento: un mapa que une tradiciones y futuros al deslindarse de su pasado para intentar construir un nuevo paraje estético – cultural.

 

El espectador dejará de ser un simple voyeur para convertirse en un participante activo. Con ello, la tensión entre lo moderno y lo tradicional la resuelve un espectador emancipado de sus propios saberes sobre el discurso flamenco y sus creencias sobre lo gitano o lo no gitano, lo flamenco y lo no flamenco, y serlo o representarlo.

 

Tuve la oportunidad de asistir a un evento organizado por el Centro Nacional de las Artes, llamado Jornadas de Danza Española, en la Ciudad de México, cuyo objetivo era motivar a jóvenes preparatorianos a estudiar la Licenciatura en Danza. Entre los participantes, me impactó mucho uno (no recuerdo su nombre), pues hasta ahora coincido con su manera de pensar. Comentaba que no baila mejor quien más rápido se mueve, es decir, el que tiene más velocidad. No. La velocidad va acompañada de tiempos, de acentuaciones. Y si éstas se respetan y si en vez de pegar veinte golpes dan diez, pero caen con gusto, con musicalidad y caen en los acentos flamencos, éso es maravilloso.

 

Hay poco que decir sobre quienes consideran que lo puro tiene valor en sí mismo, como cuando Paco de Lucía (1947 – 2014) decía que mucha gente llama puro a lo viejo y lo viejo es, solamente, viejo. Explorar artísticamente cuando hay flamenco podría liberarnos de los juicios acerca de su pureza.


___________________________



[1] El yo minimalista y otras conversaciones, Buenos Aires, La Marca Editora, 2003, p. 9.

[2] Filósofo estadounidense que propone un cambio en la reflexión del arte y en la pregunta original de ¿qué es el arte? Por ¿cuándo hay arte?, en el libro Manera de hacer mundos, Madrid, Editorial Visor, 1990, pp. 87-102. Disponible en https://monoskop.org/images/I/If/Good-man_Nelson_Maneras_de_hacer_mundos.pdf